Amigas y amigos: En esta ocasión les ofrecemos a ustedes la ópera Un Baile de Máscaras de Giuseppe Verdi, pieza lírica que tuvo en sus comienzos varios problemas al momento de ser estrenada, y sobretodo con la censura instalada en ese momento, debido a que toda Europa estaba inmersa en
revoluciones y en el Reino de Nápoles, para el que se había
previsto el estreno, estaba prohibido representar en escena la
muerte de un soberano. En efecto, aunque la obra se inspira en el
hecho real de la muerte del rey Gustavo III de Suecia, la acción
hubo de ser trasladada a las colonias inglesas de Norteamérica
(específicamente en Boston) y el rey convertido en el Gobernador Inglés de la
Colonia.
El libreto en tres actos es obra
de Antonio Somma, basado en la ópera Gustave III (1833)
con música de F. Daniel Esprit Aubert y letra de Alfred Eugène
Scribe. Antes que Verdi, la historia de Gustavo III ya había
atraído a otros compositores: Vincenzo Gabussi con su Clemenza
di Valois (Venecia, 1841) o Mercadante con Il Reggente
(Turín, 1843).
Aunque Un Baile de Máscaras
no representa un avance en la producción verdiana, es una de las
óperas mejor estructuradas y equilibradas del compositor
roncolés, donde la acción se mantiene fluida y continua durante
toda la obra, sin que exista ningún pasaje excesivamente largo.
Ahora veamos el argumento.
Acto I. Escena Segunda: Cueva de Ulrica
El compositor inicia este cuadro colocándonos en posición de observar a una
bruja: una música entre misteriosa y tenebrosa nos permite vislumbrar el
ambiente, por no hablar de que bien se acertó al colocar a una mezzosoprano más
cercana a contraalto para este papel tan corto como fundamental: ella dirige
todos los acontecimientos posteriores como así la defendió Óscar en su aria del
primer acto. Tras invocar a los poderes del abismo ("Re dell'abisso, affrettati"...Rey
del abismo, acude) responde a un marino al servicio del conde que solicita saber
su futuro; Riccardo, que estaba oculto entre la gente observando a la sibila,
responde a los vaticinios de ésta concediendo al marinero lo que ésta
profetizaba.
Un siervo de Amelia pone en tensión al conde; la presencia de su
amada le turba: quiere olvidar el amor que tanto daño le acerca y busca una
cura. Ulrica, que previamente había dispersado la sala, le indica como lograr
las hierbas que le liberaran del dolor en un lugar "funéreo"(Acto II) . Cuando
todos irrumpen en la sala tras marcharse Amelia es la ocasión de hacerse
presente el conde con su disfraz y porte de pescador. De dicha presencia destaca
esa barcarola("Dì tu se fedele"....Díme tu si es fiel....) preciosa y que dejará
buen sabor de boca en quien inicia este mundo de la ópera.
La hechicera lee la
mano del conde (recordemos que ella desconoce que es Riccardo) y se estremece al
ver las líneas de la mano: "pronto morirá...a manos de un amigo"; el conde se
mofa de dicho vaticinio ("È scherzo od è follia"...¿Es una broma o una
locura...?) mientras Óscar se muestra afligido ante tal destino a pesar de los
esfuerzos del conde por no hacer creíble dicha amenaza. Riccardo le pide saber
quién será el asesino, a lo que ella responde: "el primero que te estreche la
mano"; todos no quieren darle la mano...salvo Renato que no estaba presente y
que aparecía en ese momento preciso. El conde se tranquiliza pues es una mano
fiel y le entrega a la sibila una bolsa de monedas pero ésta insiste en su
vaticinio: había quizás más de un traidor en ese lugar. El final coral es
emotivo en su cuerpo principal: el afecto del pueblo hacia el conde y que nada
le hace temer a éste ("O figlio d' Inghilterra") mientras otros se muestran
preocupados (Renato), molestos con la multitud que impide golpear (conspiradores);
entre los personajes, la hechicera deja última constancia con ese terrible
comentario en que se resume este cuadro: "se ríe de mi presagio pero tiene un
pie en la fosa".
Acto II. Campo solitario a las afueras de Bostón.
Un preludio intenso en el que se nos hace ver la llegada de Amelia al lugar
indicado por Ulrica es el inicio de este acto, en el que también se percibe las
notas del encuentro anterior con la sibila. El aria de Amelia ("Ma dall'arido
stelo divulsa"... Cuando he cogido la hierba) recuerda a otras arias de soprano
verdianas por la profundidad de sentimientos que encierra en una relación que
desea finalizar. Riccardo aparece para dar lugar el gran dúo de esta ópera ("Non
sai tu che se l'anima"...Tu no sabes que si el alma). Amelia desea que la
relación se rompa mientras que el conde insiste en amar y ser amado. Al final,
ella acaba rendida ante el ímpetu amoroso del soberano ("Oh, qual soave brivido/Oh
sul funereo letto") en un dúo que llena de insólita alegría el ambiente funéreo
en el que está ambientado este acto. Ella observa que llega alguien que les puede sorprender; en efecto, Renato
aparece para salvar al conde de cierto grupo de conspiradores que intentaba caer
sobre él , instándole a huir. Amelia, que iba tapada con un velo para no ser
reconocida por su marido, apoya a Renato en el intento de convencer al conde de
la necesidad de escapar ("Odi tu come fremono cupi"... "oye como tiemblan...") en
un trío en el que ambos van tratando de convencerlo de marchar mientras el
soberano acepta la marcha "culpable de amor". Una vez juntos, Renato trata de
guiar a la mujer que estaba con el conde cuando, en ese punto, llegan los
conspiradores liderados por Sam y Tom. A unas palabras provocadoras, Renato
empuña su espada pero Amelia no lo acepta y desvela su identidad ante la
sorpresa de su marido y la incredulidad de los demás asistentes ( "E che baccano
sul caso strano"...Y que jolgorio el caso extraño). Aquí observamos el paso que
dará Renato de fiel y leal servidor de Riccardo a solicitar la presencia de los
conspiradores en su casa percibiéndose un enojo creciente. Cuando todos han
marchado y vuelven a quedarse solos, el tono de Renato hacia Amelia ya es una
evidencia de lo que ocurrirá mientras, a lo lejos, sigue comentándose el
jolgorio que habrá en la ciudad por el caso extraño.
Acto III. Escena Primera: Casa de Renato.
La orquesta da clara evidencia de que las tornas han cambiado. Renato llega
junto a Amelia a la casa que ambos comparten, todo lleno de ira y enfado hacia
su mujer y el conde ("Sangue vuolsi e tu morrai") mientras que ella intenta
convencerle de que no hubo ninguna deshonra; el no acepta ninguna disculpa pero
acaba aceptando una "última voluntad" de ella: abrazar a su único hijo ("Morrò,
ma prima in grazia"...Moriré, pero una gracia antes). El aria es cautivadora, no
por el tema sino por el modo de afrontar una petición: primero con una calma
asombrosa en quien morirá; después más desgarradora (Morrò - ma queste viscere...).
La petición también ha frenado en Renato el ímpetu de sangre hacia su mujer:
todo el golpe se lo ha de llevar el conde ("Il sangue tuo...Eri tu"). Al igual
que la soprano, el barítono cuenta aquí con otra opción de lucirse antes de que
llegue el final de la ópera: El "Eri tu" es un aria de diferentes matices
argumentales: ira hacia el conde, recuerdos de un pasado feliz con su mujer-una
parte más melódica-, y, por último, el regreso a ese odio letal hacia quien
sirvió lealmente hasta un día antes. Sam y Tom acuden ante el secretario como
éste les pidió la noche antes; Renato les revela que desea compartir con ellos
el objetivo de matar al conde pero pidiendo, a su vez, que sea él quien lo mate.
Ambos han quedado sorprendidos por el cambio de aquél a quien consideraban fiel
y dudan de si es cierto ese cambio; Renato les convence con la mejor garantía:
su hijo. Ya está decidido que el fin de Riccardo será la muerte ("Dunque l'onta di
tutti sol una" ).
Aceptan de buen gusto que Renato se una al grupo de
conspiradores pero no así que sea él quien asesine al soberano; el secretario
les ofrece la opción de que sea la suerte quien decida el asesino; Amelia, que
irrumpe en la sala para indicar que ha llegado Óscar con un mensaje del conde,
es la mano inocente que decide el nombre del magnicida: como si el azar quisiera
imponerse, el nombre de Renato aparece en la hoja elegida. Entra el paje con el
fin de anunciarles para esa misma noche un baile de mascaras (Ah! Di que
fulgor,che musiche!). En este quinteto inolvidable asistimos a una música
alegre (el paje ignora cuánto ocurre en la casa) pero, también, ciertos toques
angustiosos (Amelia, consciente de que es su marido quien tratará de asesinar al
conde) y tenebrosos (los tres conspiradores que ven en las máscaras una
oportunidad a tener en cuenta para el crimen). Al final, se nos revela como
vestirán los tres para reconocerse entre tantos disfraces mientras Amelia trata
de pensar como avisar al conde.
Acto III. Escena Segunda: Despacho del conde en el Palacio.
Está el conde, unos intantes antes de la fiesta, cavilando que lo mejor es
separarse de Amelia; desconocedor de lo ocurrido después de su huida y
suponiendo que el secretario había cumplido su promes, considera que ya ha hecho
demasiado daño a ella y a su marido. El aria "Ma se m'è forza perderti" ya es un
canto de despedida una vez que ha firmado el decreto que hará que Amelia marche
junto a Renato; con un tono meláncólico siente en su interior que el volverla a
ver será como si fuese la último hora de amor. Unos acordes recuerdan que en
otra sala del palacio está a punto de iniciarse el baile; el paje entra en la
sala y le entrega una nota donde se le avisa al conde el intento de asesinato
pero él no hace caso y se dispone a disfrutar.
Acto III. Escena Tercera: Sala principal del palacio donde se celebra el baile.
Con una música animada da inicio al baile ("Fervono amori e danze"). En un
aparte se percibe a Sam, Tom y Renato vestidos de forma igual. Óscar, que está
disfrutanto de la fiesta, trata de jugar con Renato pero él actúa de forma fría.
Con la excusa de querer hablar de asuntos de estado, Renato le insiste al paje
de que revele el disfraz del conde, información que logra a duras penas puesto
que Óscar, en un principio, no tiene intención de decirlo ("Saper vorreste").
En
otro aparte, Amelia, disfrazada, ve al conde que ha hecho caso omiso del anónimo
y se le acerca recriminando el peligro que acepta; ambos entablan una
conversación en el que ella insiste en que se vaya del baile mientras él niega
toda petición de salvación, revelándole posteriormente los planes que tiene para
ella y Renato. Los tres conspiradores se acercan a la pareja y, en el momento en
que se despiden, Renato apuñala a Riccardo ante el estupor de los invitados.
Detienen al secretario, le quitan la máscara y todo el mundo grita el nombre del
magnicida: el vaticinio de Ulrica se había cumplido de principio al final.
Riccardo, que aún no ha muerto, pide que lo suelten para que Renato pudiera
coger el decreto que tenía el conde en la manga-en él se indicaba que hubiera
sido ascendido a nuevo cargo y destinado a Inglaterra con su mujer-; asimismo,
le decía que el amor que se profesaban era puro, sin intención de hacerle daño
al honor de Renato; arrepentido, el secretario lamenta el error al que le ha
llevado la "sed de venganza" mientras el resto de asistentes al magnicidio
muestra su desolación ("Cor sì grande e generoso") ante la despedida de un herido
de muerte en sus últimas palabras ("Addio, miei figli").
La ópera Un Baile de Máscaras de Giuseppe Verdi la verán y escucharán bajo el siguiente reparto:
- Riccardo : Placido Domingo
- Amelia : Katia Ricciarelli
- Oscar : Reri Grist
- Renato : Piero Cappuccilli
- Ulrica : Elizabeth Bainbridge
- Otros : Gwynne Howel y Paul Hudson
La Real Orquesta Sinfónica del Teatro de la Opera de Londrés bajo la batuta del maestro Claudio Abbado. Que lo disfruten.